viernes, 20 de noviembre de 2009

el jardín de los desesperados

la torre que se balancea
la torre que calló
ahí perdí mi vida

en esa torre
mordiendo su carne

en esa torre que caía
y en su polvo
y en su suelo frío
protegido por mi chamarra

en esa torre mis piernas
sujetando las suyas
y las ventanas viejas
desde donde podía verse la ciudad entera y sus montañas
esa ciudad
minúscula y árida

y la torre caía
y se retorcía

una linterna enorme
un halo de polvo en las escaleras
un cristal resistente sobre el abismo (la caída libre de 400 metros)

arriba mis piernas se entrelazaban con las suyas
y la levanté en el aire
aunque ahora parezca que no me quede la fuerza

observábamos la ciudad
le mostrábamos nuestro cuerpo
agarrandonos en la roca
el viento nos tentaba

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