el libertino la llevó al límite del bosque, por donde bajaba la montaña. por allí entraba una luz rojiza, el sol se estaba llendo.
los gemidos y la belleza, el orgasmo irrealizado me llenaban de melancolía. una melancolía que me invade, me atraviesa hasta la médula. se genera en mi centro en forma de placer, pero soy incapaz de llorar. si pudiera atravesar el cuerpo.
el cuerpo añora convertirse grito.
recuerdo el sonido de las alas de un pájaro que pasó cerca. sonaban lento y fuerte, rasgando el viento.
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2 comentarios:
(Me he puesto a ver una película que he descargado por error, Son de mar, de Bigas Luna, y sale una chica en el cole leyendo los versos de Ítaca que escribiste aquí.)
Cuando me compré las gafas que tengo pensé que eran originales, porque nunca se las había visto a alguien, o no me había fijado, pero desde entonces no hago más que ver a gente con las mismas gafas.
Algo así me ha pasado con el maldito poema de Ítaca. Ya son varias las alusiones a ello que he encontrado en unos pocos días.
También me pasó con una canción de REM, que me perseguía a todas partes.
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